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sábado, 23 de diciembre de 2017

¿Por qué otra vez, José?

Foto vía: Twitter

No hay mayor decepción que aquel golpe que uno no se espera. Ese tropiezo amargo en el último instante, cuando ya estaba la botella a medio descorchar. Por segunda vez en pocos días, el United tiró el encuentro en el descuento. Y eso, eso duele mucho.

Cuando tus sentimientos dependen de un fin de semana, de una jornada, de un partido, sabes que tienes un problema. Un problema muy grande, y más cuando tu equipo no gana. Más allá de la clara superioridad sobre el Leicester, uno se pregunta, ¿Por qué hemos vuelto a perder?  Y ustedes dirán que no hemos perdido, lo sé. Hemos empatado, y el agridulce sabor que empapa mi boca es el de la derrota, el de la impotencia.

El United es un equipo de gestas, de victorias, de grandes batallas. Nadie va a negar que en el fútbol las cosas cambian, en ámbitos generales, y en ámbitos tan pequeños como es un simple partido. Hoy sábado, se disputaban más de 350 encuentros, inclusive un Madrid - Barcelona. Pero no, lo que importaba no era ese, a mí, a un hincha y analista del ManUtd, lo que le importaba era el club de sus amores, ese dirigido por un tirano de la magia, un defensor del pragmatismo puro y duro, un defensor de la hipocresía analística del postpartido. Y no, José Mourinho no tuvo culpa de la derrota, al menos no del segundo gol. Habrá que preguntarse si en el primer gol es normal que Jamie Vardy se encuentra con una única oposición en todo el campo rival para alcanzar la portería de David De Gea.
Hace unos meses hablar de los minutos finales -en los partidos de los diablos rojos- era hablar de goles, de espectáculo, de contragolpes veloces culminados perfectamente por un equipo que estaba, físicamente hablando, dos puntos por encima del rival.

Pero repito que no estamos aquí, como en otras muchas ocasiones, para hablar de táctica, para hablar de por qué Ashley Young juega de lateral izquierdo y Lindelöf de derecho, pudiendo colocar a Luke Shaw de carrilero y, al menos, tener dos jugadores capaces de subir la banda. Tampoco debatiremos sobre si Marcus Rashford y Anthony Martial son la mitad de buenos futbolistas en sus respectivas posiciones, pegados a la banda y atados a unas cadenas invisibles que les impide desplegar todo su potencial individual. Bueno, invisibles no.

Yo me pregunto, ¿Cómo es posible que con el gol de falta que anota Juan Mata, un estallido emocional para el equipo, y un mazazo para el rival, no seamos capaces de sentenciar el encuentro? Un choque que teníamos dominadísimo, y que se va al traste por errores individuales. Otra vez. Cómo en Bristol el pasado miércoles. No sé si debemos culpar a alguien, como se ha hecho en otras ocasiones, porque no me parece acertado señalar. En un equipo ganan todos y pierden todos, aunque uno tenga más culpa que otro. Porque eso es el fútbol y el equipo. En el 94' un gol significa un despiste general, 2 puntos menos, y la sensación de que todo el buen trabajo anterior no habrá servido de nada.


Así que yo te pregunto José Mourinho, ¿Por qué volvemos a cometer los mismos errores?



Un texto de @SilveiraAbarca 

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