Mi
corazón ya no late como antaño. Hace tiempo que las palomas dejaron
de volar libremente. El agua se ha estancado y mis rosas se han
marchitado. Aun recuerdo aquella vez, cuando Dios nos comprometió.
Hasta que la muerte nos separe,
decías. ¿Dónde quedaron aquellas tardes en Moscow en las que me
prometías el mundo? No entiendo que pasó; es verdad, algo en ti
cambió. El dinero se acabó y tu empresa quebró. Yo te apoyé y no
quisiste mi cariño. Más allá de afrontar la realidad te escondías
en el bar. Dejaste de lado a tus amigos y te reunías a todas horas
con tus camaradas.
Volvías a casa malhumorado e insultante. Cada vez iba a más. Tus
ojos desprendían odio. Mi familia me lo decía y yo ciega se lo
negaba. Llegaron los golpes, los puñetazos y las patadas. Yo te
amaba.
Amé,
amo y amaré al chico con el que me casé. Ya no bajo a la calle sin
gafas y mangas largas que tapen tu ira. He intentado que renazca en
ti ese joven apasionado, pero no lo he conseguido. Se que a donde voy
te encontraré, porque la muerte solo es cerrar un libro y abrir
otro. Uno en blanco, que pueda escribir yo misma, donde todo vuelva a
ser como antes, donde todo vuelva a ser Moscow.
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